HABITAR EN EL SANTO DE LOS SANTOS

 EL MEJOR LUGAR DEL UNIVERSO:
"En lo secreto de Tu Presencia"
(Sal 31:20)

Sal 16:
11  Me mostrarás la senda de la vida,
En tu presencia hay plenitud de gozo,
Delicias a tu diestra para siempre.


Heb 10

19  Así que, hermanos, teniendo confianza para la entrada en el lugar santísimo por la sangre de JESÚS, 20 la cual nos inauguró un camino nuevo y vivo a través del velo (esto es de su carne), 21  y teniendo un gran Sacerdote sobre la Casa de DIOS, 22  acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, habiendo sido purificados los corazones de mala conciencia, y el cuerpo lavado con agua pura, 23 mantengamos sin fluctuar la confesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.


Heb 4:

16  Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro.
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LLAMADOS A PERMANECER EN CRISTO
(Romeu Bornelli)

Juan 15:
7  Si permanecéis en Mí y mis palabras permanecen en vosotros...

El Señor dice: "Para habitar en Mí, guarda mis palabras en tu corazón". Para esta íntima comunión fuimos llamados. Pero como dijeron muchos siervos del pasado, como A.W. Tozer, la mayoría parecemos "turistas del Santo de los Santos". La finalidad de un horario de mañana a solas con el Señor es que un estado de oración y comunión permanezca durante todo el día. No sólo podemos "entrar" en el Santísimo lugar de la presencia del Señor, sino "permanecer" allí siempre sin salir nunca.

Para que sepamos lo que es que Él enfrente las tentaciones por nosotros. Tú no puedes enfrentarlas por ti mismo. Pero cuando moramos en Él, comprendemos quién es El Vencedor, y que Él enfrenta las tentaciones por nosotros. Cuando fueron a detener al Señor en Getsemaní y llegaron los soldados, dice así: "y el Señor se adelantó a sus discípulos y preguntó a los soldados: ¿a quién buscáis? Eso es un principio cómo Él obra siempre. Cuando nosotros estamos junto a Él, a sus pies, permaneciendo en Él, todas las veces que se presentan los enemigos, él se adelanta preguntando ¿a quién buscáis?

Un hermano lo ilustraba así: somos lentos en aprender que cuando la tentación toca a la puerta no tenemos que dialogar con ella, tenemos que decir: espera un momento, voy a llamar a quien te puede atender, el Dueño de la casa.

¡Llamados a permanecer en Cristo! ¡No es maravilloso!

Pero este estado de oración sólo puede ser sustentado por un espíritu de meditación.

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