Algunas consideraciones sobre la santificación completa del cristiano

(Extraído de una predicación del hermano Romeu Bornelli sobre 1ª Tesalonicenses

y traducido al castellano. 
https://www.youtube.com/watch?v=D9z-hp1hRQg&t=56s)


Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1Tes 5:23).

Cuando fuimos alcanzados por la gracia del Señor, nuestro espíritu fue vivificado, y pasamos a tener comunión con Dios. “El Espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu que somos hijos de DIOS” (Rm 8:16). A partir de ahí, nuestro espíritu es como un cuartel general de Dios, porque el Espíritu Santo viene a morar en él para siempre. Y desde ahí la acción del Espíritu de Dios se va infiltrando en nuestra alma. Porque la salvación no es una despersonalización: nuestra alma nunca será aniquilada. Cuidado cuando se usa la palabra ‘ego’, porque ‘ego’ y ‘alma’ son la misma cosa. Tu alma es lo que tú eres, tu alma es tu personalidad. El Señor no quiere exterminar eso, ¡quiere salvarlo! Pero como esa alma, ese ego, fue contaminado por el pecado, todo en él se ha distorsionado. La primera cosa que ese ego hizo cuando el pecado entró en él fue dejar de mirar a Dios para mirarse hacia dentro, mirarse a sí mismo: ego-céntrico. En eso nos convirtió el pecado: todo es por mí, todo es para mí, todo es en mí, todo es mío, y todos los otros existen para mi satisfacción. Esa es la causa de nuestra ruina. Entonces, a medida que el Señor va teniendo lugar para operar en nosotros nuestra vida se va volviendo “cristo-céntrica”. ¡Y esa es nuestra liberación! Es así cómo nuestro ego es salvado. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de “negar nuestro ego, nuestra alma”? ¡No destruirlo! Pero nuestra alma fue contaminada y se volvió “independiente” cuando Adán pecó, y nosotros vivimos una vida independiente de Dios. Y aún peor, vivimos una vida deseando ser dios, ese fue el germen maligno que entró dentro de nosotros: “seréis como Dios”. Entonces tenemos que lidiar con eso, y por eso el Señor dijo: “carga con tu cruz, niégate a ti mismo.

Entonces, la vida que el Espíritu Santo ya depositó en nuestro espíritu, va siendo “estructurada en carácter”. ‘Carácter’ es diferente a ‘vida’. Un niño de tres años tiene vida, pero no tiene carácter. Carácter es “vida + disciplina”. Entonces, a medida que el Espíritu Santo va encontrando lugar en nuestras vidas para disciplinarnos, forma el carácter de Cristo en nosotros, lo cual se expresa en nuestras almas. Entonces, nuestra mente antes egocéntrica, inútil, depravada, impura, se va volviendo en ese proceso ‘la mente de Cristo’. Rm 12: “transformaos por la renovación de vuestra mente”. ¡Qué maravillosa salvación! Ya no seremos cristianos con mente antigua, valores antiguos, pensamientos viejos… Si vamos abriendo los lugares recónditos de nuestro corazón a la luz del Espíritu, Él va a hacer ese trabajo fielmente, porque vino para hacer ese trabajo; es incansable, y quiere hacer ese trabajo plenamente en nosotros. “Tened en vosotros el mismo pensar que hubo en Cristo Jesús”. Eso es santificación. Y así va a hacer también con nuestros afectos, amando lo que Él ama, aborreciendo lo que Él aborrece... Y también con nuestra voluntad, aprendiendo a desear y amar su Voluntad, aprendiendo a negar nuestra voluntad, aprendiendo a consultar al Señor en nuestras elecciones, reconociendo que nuestras elecciones son necias, que escogemos por vista, por sentimientos…

Especialmente los jóvenes necesitan aprender a presentar al Señor sus elecciones relacionales. Se ha puesto muy difícil por ese ‘tercer mundo’ que se ha abierto… Antes había dos: el espiritual y el natural, hoy existe además el mundo ‘virtual’. ¡Y cuánto mal ha hecho ese tercer mundo en la vida de la iglesia! Claro que tiene su valor si tenemos sabiduría celestial para usarlo según el Reino, pero si miramos a la Iglesia de modo general, ha producido más perjuicio que ayuda. Ese mundo virtual no es real, no expresa relaciones reales, y que ha conducido a muchos a grandes problemas. Porque la Trinidad es relacional, no es virtual; la familia no es virtual, la iglesia no es virtual. Que el Señor nos guarde de los peligros relacionados con ese mundo. Personas que asumen relaciones vía virtual, compromisos vía virtual, que cuando van a comenzar a andar en la relación real se dan cuenta de que está todo equivocado… Dios nunca entrará en ese mundo virtual. Al igual que el dinero, Mamón, puede ser usado con sabiduría en el Reino, también podemos usar ese mundo. Pero de la misma manera que Mamón es un dragón intentado devorarnos (“no podéis servir a Dios y a Mamón”), así es el mundo virtual, también intenta devorarnos, en muchos aspecto particulares: los mensajes, las sugestiones, la pornografía, la confusión de ese mundo virtual…

Y lo que se refiere a la santificación del cuerpo. La enseñanza de 1Cor 6 del v. 12 en adelante: Todas las cosas me son lícitas, pero no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, pero yo no seré dominado por ninguna de ellas”. ¿Ves que criterios espirituales tan importantes para regir nuestra vida? La pregunta no es si es lícito, sino ¿conviene? ¿es de edificación? Pero en la secuencia que sigue Pablo enseña el punto que quisiera destacar: todo lo que nosotros hacemos en la esfera del cuerpo afecta a la esfera del espíritu, y todo lo que acontece en la esfera del espíritu afecta a la esfera del cuerpo. Entonces, hermanos, vamos a ser muy cuidadosos con la manera cómo lidiamos con nuestro cuerpo.

¡Cuántos jóvenes cristianos se han perdido en este asunto del cuerpo! Cómo entran en angustias, en decepción, cuando usan el cuerpo de modo errado, inadecuado. En el caso de las hermanas especialmente en el sentido de seducir con el cuerpo, que no significa nada en términos de relación. Pero igualmente en el caso de los varones, los mismos problemas, los mismos resultados catastróficos, cuando no aprendemos en Dios a sujetar nuestro cuerpo. Mira qué dice 1Cor 9:27: Más bien, pongo mi cuerpo bajo disciplina y lo hago obedecer; no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo venga a ser descalificado”. ¿Ves el lugar del cuerpo en nuestra vida? Necesitamos aprender a experimentar el gobierno del Espíritu Santo sobre nuestro cuerpo, sea en cuanto al comer (la glotonería es pecado); sea en cuanto a la sensualidad (vestir de manera indecente ofende al Espíritu Santo, le impide seguir su trabajo en nuestras almas; da igual si tú concuerdas o no, es un hecho espiritual, nuestra alma queda estéril, no avanza en Dios); sea en cuanto a la sexualidad; sea en cuanto al dormir, cuando dormimos de más o dormimos de menos… Todo lo que hacemos con nuestro cuerpo afecta a nuestro espíritu Eso enseña 1Cor 6: ¿O no sabéis que el que se une con la ramera (fíjate que está hablando de un asunto físico), es un solo cuerpo con ella? Porque dice: los dos serán una sola carne, 17 pero el que se une al Señor, un espíritu es con Él”. ¿Ves la relación? “1Cor 6:13… Y el cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo”. Lee este versículo con cuidado a la luz de 1Tes 5:23.

¿Sabes una cosa que ha hecho un mal tremendo entre los jóvenes en esta cuestión de las relaciones? La palabra no es adecuada, pero vamos a llamarlo “relaciones provisionales”. La expresión es inadecuada porque no existen relaciones provisionales. Nosotros debemos aprender a discernir las relaciones ‘reales’. Los jóvenes tiene relaciones provisionales y se usan unos a otros para la propia satisfacción: yo te uso hasta donde me satisfaces, cuando ya no me satisfaces, te descarto. Y eso va produciendo un daño, y otro daño, y otro daño… ¿sabes dónde? En tu espíritu, vas siendo manchado, porque así funcionan las relaciones. Te voy a explicar por qué: la Trinidad es relacional, Padre, Hijo y Espíritu Santo; el ser humano es relacional; la familia es relacional. Todo lo que Dios hace es relacional. La iglesia es relacional. Entonces, no existen relaciones provisionales. Cuando el Señor nos va moviendo hacia relaciones, son reales, deben ser constantes. Si un hermano siente afectos por una hermana y se precipita en ese asunto, van a cosechar dolores; pero si presenta esos afectos al Señor, oyendo al Señor realmente, van a tener éxito.

Muchachas, dejadme citar lo que dijo un hombre de Dios del pasado, un padre, para orientar a su hija en cuanto a escoger un compañero para su vida en el Señor: “Busca a un hombre que ame a Dios más que a ti, y que te ame a ti más que a ti mismo”. ¡Cuánta sabiduría! El Señor ayude a las hermanas jóvenes a tener criterio, y no se ofrezcan en venta para relaciones provisionales, inconstantes, sin realidad espiritual; y lo peor: que mancillan la vida en el espíritu. Las relaciones dejan marcas, y no seas ingenuo, algunas de ellas vas a tener que llevarlas hasta que el Señor vuelva, aunque sea como cicatriz. Podrás mirar esas cicatrices, tocarlas, y no te dolerán, ya estarán cicatrizadas. El Señor perdona y purifica, ¡gracias a su gracia! ¡Pero!… pero… siempre vas a mirar y ver esa cicatriz fea que podías haber evitado si hubieras oído al Señor. Aunque ya no duela más.

Que el Señor nos ayude en todo, porque el Dios de paz desea santificarnos en todo, por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

 

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