El principio Berea

Amigo/a lector/a cristiano/a, en este blog me propongo compartir contigo lo que estoy aprendiendo y experimentando acerca de Jesucristo y su Evangelio. Este discípulo que escribe sólo tiene interés en que el Señor y su Reinado sea reconocido y amado en el mundo, especialmente y en primer lugar en su Iglesia.

Aún así, es muy posible que la comprensión de la fe cristiana que aquí se presenta pueda resultarte desconocida y hasta chocarte, y es muy probable que esto te lleve a sospechar e incluso a rechazar lo que lees. Por eso quisiera hablarte del 'principio Berea'.

Cuenta Lucas, autor del libro de Hechos, que en su segundo viaje misionero, Pablo y Silas tuvieron que salir de noche de Tesalónica hacia Berea, presionados por los hermanos de allí, porque su predicación había levantado la oposición violenta de muchos judíos. Y entrando otro día en la sinagoga de Berea para anunciar el Evangelio como de costumbre, nos cuenta lo siguiente:

“Pero estos eran de mente más abierta que los que estaban en Tesalónica, y recibieron la Palabra con buena disposición, examinando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así (Hechos 17:11).

Esto es lo que se llama 'el principio Berea': no rechazar por principio el mensaje que me pueda llegar de otros hermanos, sino 'examinar las Escrituras para ver si las cosas son así o no'. Esto es lo contrario a dejarse gobernar por pre-juicios, es decir, desechar un mensaje antes de escuchar, antes de juzgar, de discernir.

Los cristianos tenemos la Palabra de Dios registrada en la Escritura como la norma o regla de nuestra fe: todo debe ser medido y discernido por esta regla. Si el mensaje es conforme a la Escritura puedo recibirlo, de lo contrario debo rechazarlo. A esto mismo nos exhorta la Escritura en otro lugar:
No menospreciéis las profecías, sino examinad todo; Retened lo bueno" 
(1Tesalonicenses 5:21).

Sé que algunas iglesias o confesiones cristianas afirman que sólo algunas autoridades cualificadas dentro de ellas pueden interpretar correctamente la Palabra de Dios. Yo creo que efectivamente la iglesia es el lugar natural para escuchar e interpretar la Palabra de Dios, pero 'toda' la iglesia, toda la comunidad de los discípulos, pues toda ella ha recibido la unción del Espíritu. La Iglesia es discípula de la Palabra, no su dueña, y debe estar permanentemente midiéndose por ella. En última instancia, cada uno deberemos dar cuentas a Cristo de nuestra fidelidad a su Palabra, no podremos escudarnos alegando 'me dijeron que...'. Esto nos obliga a cada uno a tener una relación viva con la Palabra de Dios:

...ya que desde niñito conoces las Sagradas Escrituras, las cuales pueden hacerte sabio en la salvación que por la fe hay en CRISTO JESÚS. Toda la Escritura es inspirada por DIOS, y es útil para la enseñanza, para la refutación del error, para la corrección, para la instrucción en la justicia, a fin de que el hombre de DIOS esté capacitado, completamente equipado para toda buena obra (2Timoteo 3:15-17).

A este propósito conviene tener en cuenta una advertencia del Señor mismo en el evangelio: ¡cuidado con 'las tradiciones de los hombres' (lee, por favor, Marcos 7:1-23 prestando atención a esta expresión). En la sociedad judía que vivió Jesús estaba la Escritura y estaban 'las tradiciones de los ancianos', y especialmente los fariseos fueron incapaces de reconocer y aceptar a Jesús porque pusieron las tradiciones por encima de la Escritura, la cual habla toda de Él. Hoy también en las iglesias hay 'tradiciones de hombres' que pesan tanto que oscurecen la Palabra de Dios; funcionan como unas lentes que filtran lo que podemos y no podemos leer en la Escritura. Todos los cristianos, en la iglesia en que nacimos y crecimos, hemos mamado una buena dosis de esas tradiciones, y necesitamos estar alerta por si, de nuevo, perdemos a Jesús de vista cegados por doctrinas y prácticas de hombres, no de Dios.

Esta es mi invitación, querido/a hermano/a: no aceptes acríticamente todo lo que está escrito en este blog, pero tampoco lo rechaces a priori sólo porque te resulte diferente a lo que creías o te choque de entrada: examínalo a la luz de las Escrituras, con toda honestidad de corazón, pidiendo la guía del Espíritu que Dios ha derramado sobre todo el que cree en el Señor Jesús, el cual nos guía a toda verdad (Juan 16:13). Quien ha creído en el Señor Jesús ha recibido la unción del Espíritu para conocer todas las cosas de Dios (1Juan 2:20-27). Tenemos la guía segura de la Palabra de Dios y la unción del Espíritu Santo (estas no pueden contradecirse). Ninguna autoridad humana está por encima de ellas. Tanto los cristianos individualmente como las iglesias corporativamente deben reexaminar y someter todo a esta guía.

Por cierto, si encuentras algo en este blog que te parezca ajeno o contrario a la Escritura, por favor, házmelo saber para que lo revise. Si no es de Dios, no me interesa y lo eliminaré.

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